2 Pero algunos de los estrategas en plaza, Timoteo y Apolonio, hijo
de Genneo, y también Jerónimo y Demofón, además de Nicanor, el
Chipriarca, no les dejaban vivir en paz ni disfrutar de sosiego.
3 Los habitantes de Joppe, por su parte, perpetraron la enorme
impiedad que sigue: invitaron a los judíos que vivían con ellos, a subir con
mujeres y niños a las embarcaciones que habían preparado, como si no
guardaran contra ellos ninguna enemistad.
4 Conforme a la común decisión de la ciudad, aceptaron los judíos,
por mostrar sus deseos de vivir en paz y que no tenían el menor
recelo;
pero, cuando se hallaban en alta mar, los echaron al fondo, en número no
inferior a doscientos.
5 Cuando Judas se enteró de la crueldad cometida con sus
compatriotas, se lo anunció a sus hombres;
6 y después de invocar a Dios, el justo juez, se puso en camino contra
los asesinos de sus hermanos, incendió por la noche el puerto, quemó
las
embarcaciones y pasó a cuchillo a los que se habían refugiado allí.
7 Al encontrar cerrada la plaza, se retiró con la intención de volver de
nuevo y exterminar por completo a la población de Joppe.
8 Enterado de que también los de Yamnia querían actuar de la misma
forma con los judíos que allí habitaban,
9 atacó también de noche a los yamnitas e incendió el puerto y la
flota, de modo que el resplandor de las llamas se veía hasta en Jerusalén y
eso que había 240 estadios de distancia.
10 Marchando contra Timoteo, se alejaron de allí nueve estadios,
cuando le atacaron no menos de 5.000 árabes y quinientos jinetes.
11 En la recia batalla trabada, las tropas de Judas lograron la victoria,
gracias al auxilio recibido de Dios; los nómadas, vencidos, pidieron a Judas
que les diera la mano, prometiendo entregarle ganado y serle útiles
en
adelante.